domingo, 20 de noviembre de 2011

La Oratoria en el Perú según el novelista Mario Vargas Llosa

Según su libro "El pez en el Agua" nos dice el siguiente fragmento :

"La noche de la Plaza San Martín, me sorprendió descubrir lo frágil que es la atención de una multitud y su psicología elemental, la facilidad con que puede pasar de la risa a la cólera, conmoverse, enardecerse, lagrimear, al unísono con el orador"

“… En el Perú la oratoria se ha quedado en la etapa romántica. El político sube al estrado a seducir, adormecer, arrullar. La forma hace y deshace el contenido de sus palabras. El buen orador puede no decir absolutamente nada, pero debe decirlo bien. Que suene y luzca, es lo que importa.
La lógica, el orden racional, la coherencia, la conciencia crítica de lo que está diciendo son un estorbo para lograr aquel efecto, que se consigue sobre todo con las imágenes y metáforas impresionistas, latiguillos, figuras y desplantes. 

El buen orador político latinoamericano esta más cerca de un torero o de un cantante de rock que el de un conferencista o un profesor.

Su comunicación con el público pasa por el instinto, la emoción, el sentimiento, antes que por la inteligencia.

El político desde lo alto de unas tablas, un balcón o el atrio de una iglesia, encara a una multitud enfervorizada. Lo que tiene al frente es algo tan rotundo como un toro de lidia, temible y al mismo tiempo tan ingenuo y manejable que puede ser llevado y traído por él si sabe mover con destreza el trapo rojo de la entonación y el ademán.

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