Pero el señor Peters sabe que la anécdota se puede utilizar para algo más que ilustrar su punto de vista. Para él la anécdota va acumulando motivos para llevar al público a su primera exclamación emocional. El método incluye gritos, ¡gritos ensordecedores! Este orador mostró un uso efectivo de las emociones durante su discurso.
Como olas de energía, cada nueva temática viajaba de un punto tranquilo en voz baja, intensificándose más y más hasta un punto de clímax en voz fuerte y exaltada, con dos frases llamativas: «¡Odio...!» y «¡Quiero...!».
El ejemplo es clarísimo. Tom Peters, que ha dado más de 1.000 discursos, sabe muy bien que el uso de las emociones es lo que le permite persuadir y llegar a resultados con sus públicos.
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